Stefan Koelsch, doctor en neurociencia, músico y psicólogo, neurobiólogo y sociólogo.
Tengo 43 años. Divorciado y con dos hijos. Fundé la cátedra y soy profesor de psicología musical de la Universidad Libre de Berlín. Los políticos en Alemania y en Europa deberían estar más formados: no saben expresarse y muy pocos saben pensar. Creo en algo espiritual.
Me salvó la música
Estamos en el CCCB, donde la Universidad
Internacional Menéndez Pelayo imparte un curso de verano sobre el porqué
de la música. De fondo suena la música experimental de Hèctor Parra,
que a él le encanta y a mí me cuesta; normal, para Koelsch la música es
su vida, toca el piano y el violín desde niño, y a sus 43 años dice
haber sufrido mucho, hasta el punto de perder casi la vida: "La música
me salvó". Ha estudiado un montón de carreras, todas enfocadas a
estudiar los efectos de la música en nuestro cerebro. "Busco respuestas,
quiero averiguar cómo las funciones cognitivas se muestran en el
cerebro y cómo estos conocimientos pueden ayudarnos a combatir
enfermedades".
Sabe en qué creo?
No, ¿en qué cree?
Cuando los humanos están en armonía, cuando cooperan, emerge la
cohesión social, entonces aparece un sentimiento de unidad, de comunión,
y esto es lo que yo entiendo como un momento espiritual.
¿Me está hablando de la música?
Sí, eso es lo que tiene de especial la música, nos une.
Y se especializó en estudiar qué ocurre entre nuestro cerebro y la música.
Sí, todas mis especialidades han acabado aplicadas a la música
(neurociencia, psicología biológica, neurobiología y sociología
especializada en cognición). Quería entender cómo funciona la mente, y
la música es la mejor herramienta para ello.
¿Por qué?
Es capaz de llegar a cualquier función cognitiva y afectiva del
proceso mental, y por tanto a su correspondiente estructura en el
cerebro. Puedes investigar distintas memorias, como la
auditiva-sensitiva, la memoria a largo plazo, el aprendizaje, la
integración visual y auditiva, el proceso de los errores...
¿Y a nivel afectivo?
Estudiamos el sistema emocional, la relación existente entre lo emocional y lo cognitivo y cómo se desarrolla en los niños.
Parece demasiado.
Pues es sólo una pequeña parte, también investigamos los aspectos
terapéuticos de la música en pacientes con depresión, con parkinson y
con enfermedades autoinmunes.
¿Y qué han descubierto?
Hay pacientes con afasia que no pueden hablar pero pueden cantar. Les
enseñamos a cantar unas frases y luego las modulamos hasta que
consiguen recitarlas.
Interesante.
Podemos ver a través de resonancias magnéticas que la música puede variar profundamente nuestro cerebro.
¿Hasta qué punto nos puede perturbar la música, deprimirnos o violentarnos?
Si la obligasen a escuchar música que no le gusta, sacarían lo peor
de usted; si escuchara música que la entristece, acabaría con una
depresión, y sabemos que la música puede ser utilizada como tortura y
para manipular a las personas.
¿La percepción de la música es universal?
Uno de mis alumnos de doctorado se fue a África a estudiar a
individuos que no habían escuchado nunca la música occidental. Les puso
música alegre, música triste, divertida y música que daba miedo para ver
si podían reconocer la emoción. Sus expresiones eran claramente
reconocibles, lo que demuestra que la música occidental es universal.
¿Cuál es su investigación más citada?
Soy conocido por haber descrito la superposición del lenguaje y la
música, ambos comparten la misma red, pero en los extremos se
especializan. Es como una cooperación entre música y lenguaje. El
cerebro no distingue entre música y lenguaje, especialmente en los
cerebros infantiles.
¿Cómo aplicar su descubrimiento?
Los bebés no saben lo que significa leche o duerme, pero entienden la
música del lenguaje. Aprendemos las palabras a través de su
musicalidad. Por eso es muy importante que escuchen música, porque
nuestros cerebros son musicales por naturaleza.
Entonces, ¿hay que estimular el lenguaje musical a los niños?
Sí, los niños a los que se les estimula el lenguaje musical aprenden
más rápido los procesos del lenguaje, los matices, la sintaxis y la
habilidad de escucha; y tienen menos problemas de dislexia. Cantar o
hacer música es muy beneficioso para ellos.
¿Cómo se utiliza la música en los tratamientos de los trastornos afectivos?
Estamos haciendo un estudio con personas que padecen depresión, les
hacemos tocar y cantar juntos. Mejoran y no tiene efectos secundarios
como las drogas, pero todavía no podemos dar conclusiones científicas.
¿Qué otros experimentos curiosos me puede comentar?
Provocamos a personas diferentes emociones y vemos qué redes inician,
mantienen o finalizan dichas emociones y qué procesos cerebrales
provocan que se acelere el corazón, que suden las manos, se dilaten las
pupilas o se altere la digestión, de hecho todos los órganos reaccionan,
incluidas las hormonas y el sistema inmunitario.
¿Cuál es su objetivo?
Ayudar a pacientes que tengan algún problema en alguno de estos órganos.
¿Hombres y mujeres perciben la música de manera distinta?
Las mujeres son capaces de procesar la música con los dos
hemisferios, mientras que los hombres lo hacen sólo con uno. Algo muy
parecido sucede con el lenguaje, por eso los problemas de lenguaje se
dan más en niños que en niñas. Después de un trauma físico o mental en
el hemisferio izquierdo, los hombres tienen más dificultades para poder
volver a aprender el lenguaje.
¿Cree en el poder de la música?
Conozco a mucha gente, yo incluido, que no hubiera sobrevivido sin la
música. Yo casi muero, y la música me ayudó a sobrevivir. Es
increíblemente poderosa y debemos tener cuidado de que no sea utilizada
de mala manera.
¿Qué le ocurrió?
No quiero hablar de ello, pero creo que la música tiene efectos regeneradores a nivel biológico.
Contra de la Vanguardia, 24 de juliol de 2012.
Entrevista de Víctor-M Amella, Ima Sanchís i Lluís Amiguet